Castilla-La Mancha se caracteriza por su centrada localización en el centro de la península, emplazamiento sin duda alguna, convulso, entre los siglos XI y XIII por ser lugar de continuos enfrentamientos entre musulmanes y cristianos por su dominio.

¿Cuáles fueron los hitos que finalizarían con el avance de la (terminológicamente cuestionada) Reconquista cristiana y la posesión de estas tierras? Todo como antesala a lo que está por llegar con el fin del proceso de larga cruzada para recuperar un territorio que fue cristiano bajo poder visigodo desde el 589 por la conversión de Recaredo.

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Antecedentes.

La caída del Reino Visigodo de Toledo es un hecho a comienzos del siglo VIII. Entre el 714 y el año 756 se establece un nuevo régimen político en gran parte de la península denominado Waliato, término que procede de la palabra “vali” o “wali”, que significa gobernador. Estos dirigentes eran los representantes del Califato Omeya en la zona, pero desde Damasco, temiendo el poder que estos acumulan dentro del territorio, optan por renovar constantemente este destacado puesto, dándose la situación de que hasta la consolidación de la independencia bajo el último representante de los Omeyas, hubo más de veinte walíes.

En el año 750 de nuestra era comienza el suceso que marcará el devenir de la península ibérica, pero no ocurre aquí en La Mancha, sino a casi 4.000 km. de distancia: la Revolución Abasí daba comienzo en Oriente Próximo con el asesinato del Califa Omeya y su corte, sólo librándose del atroz espectáculo uno de ellos, Abd al-Rahman, quien al refugiarse en nuestra península y gracias a partidarios suyos, se hizo con el poder, estableciendo así el Emirato andalusí llamado Emirato Independiente de Córdoba, autónomo de Bagdad, lugar donde los abasíes habían establecido su nueva capital tras la expulsión de los Omeyas. Esta nueva etapa peninsular durará hasta el año 929, fecha del establecimiento del título de Califa para el mandatario territorial musulmán.

La zona manchega fue más una llanura de paso que otra cosa salvo por la importancia de Toledo, Calatrava y Talavera. Diversos clanes fueron los principales pobladores bereberes de nuestra región a pesar de que no superaron en número a los otros grupos con los que convivían como los muladíes, hispanovisigodos convertidos al Islam principalmente por interés de bienestar, o los mozárabes, quien tributaba a cambio de conservar su religión cristiana en territorio musulmán[1].

Algunos de los antiguos asentamientos visigodos perecieron ante el auge de ciudades como Toledo, que sería la capital de la Marca Media[2], o la construcción de nuevos núcleos urbanos realizados con intenciones defensivas para el asentamiento del territorio y su defensa ante los reinos cristianos como así fue con Oreto, que no pudo con Calatrava, Segóbriga cedió ante Uclés, Cuenca pudo con Valeria y Recópolis cayó ante Zorita. Es significativo que algunos de estos asentamientos tampoco aguantarían el paso del tiempo porque la situación geográfica no era la más adecuada para el desarrollo de una urbe próspera aunque defensivamente, que era lo que primaba en la época, sí tuviera importancia. El Campo de Calatrava fue la zona que podemos ubicar aproximadamente en el territorio actual de la provincia de Ciudad Real, y será uno de los territorios cruciales de la Reconquista[3].

La época del Califato de Córdoba, también llamado Califato Independiente, comienza en el año 929, iniciándose una nueva etapa de la Dinastía Omeya en la península hasta el año 1031. Este periodo supone un restablecimiento de anteriores fronteras y mantuvo a raya a los Reinos Cristianos, impidiendo el avance de la Reconquista. Política y administrativamente, por lo que también influyó en la cultura y la sociedad, este momento es el esplendor de la civilización hispanomusulmana[4]. Pero Abd al-Rahman III se encontró con ciertas zonas de conflicto a lo largo del territorio. En lo que concierne a lo que sucede en la actual Castilla-La Mancha, se encontró con algunos problemas como la insumisión de la ciudad de Toledo ante la negativa de pagar tributos. Como la solución diplomática no fue efectiva hubo de ser empleada la fuerza. Dos ejércitos fueron enviados en el año 930 que lograron sitiar la ciudad nada más y nada menos que durante dos años. Ramiro II, monarca del cristiano Reino de León envió unas tropas en ayuda de la ciudad pero fue inefectiva. Por fin, en el 932 el Califa Abd al-Rahman III entró victorioso en la ciudad. La presión de la avanzada cristiana a la que se vio sometido provocó el traslado de la Frontera Media a Medinaceli, cambio que no disminuyó la importancia de la ciudad de Toledo, de hecho su progresión tendrá su cenit con posterioridad al ser capital de una taifa, el reino de Toledo[5].

El término Reconquista.

Este término define una larga época en la Historia de España que alcanza del año 718 hasta 1492; desde Don Rodrigo, último rey visigodo, hasta la caída de Boabdil, último rey Nazarí de Granada. Pero ante esta definición surgen muchos interrogantes. La locución Reconquista como tal parte de un punto de vista eurocentrista que nada tiene que ver con la mirada hacia esta parte de la historia desde el mundo islámico, así pues hay una grandísima inclinación de la balanza hacia el lado cristiano, porque de hecho, la Reconquista como tal no debe ser entendida literalmente. Con anterioridad a la llegada de los musulmanes a la península, quienes ocupaban el territorio eran los visigodos, eso sí, convertidos bajo Recaredo al cristianismo en el año 589. Los que expulsan a los árabes no fueron los visigodos, sino los reinos cristianos, por ello no es del todo exacto el uso de este término. Estos reinos cristianos se consideraban herederos del mundo visigodo cuando su único vínculo es la religión, de ahí viene el debate intelectual entre los partidarios de este término y a los que produce animadversión, como era el caso de Ortega y Gasset, quien afirmaba que una reconquista que dura seis siglos no puede ser considerada como tal.

Por estas circunstancias podría ser más válido hablar bajo la denominación de “conquista” pero, la historiografía ha asentado “reconquista” como el definitorio por excelencia a pesar de los muchos interrogantes que hay aunque, no se puede obviar el carácter patriótico de este término. Arrojar luz sobre esto bien merecería algunas tesis doctorales, por lo que no es objetivo de este artículo.

TaifaDeToledo

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La “Reconquista” de la península.

La taifa de Toledo fue uno de la treintena de reinos en que se disgregó el Califato Independiente allá por el año 1035, aunque algunos autores lo adelantan cuatro años como es el caso de Ricardo Izquierdo, siendo absorbido con posterioridad por el reino de Castilla. Al-Mamúm fue el Rey más importante de la Taifa de Toledo ya que anexionó bajo su mandato Córdoba y Valencia. Tras el fallecimiento de este por envenenamiento en el año 1075, perennes revueltas ocasionaron la desarticulación de este reino bajo el mandato de su nieto Al-Qadir.

Toledo se rindió en el año 1085 tras cuatro años de asedio a la ciudad, llegando a acuerdos de respeto entre los musulmanes y los cristianos. La victoria de Alfonso VI resonó en todo territorio cristiano como el rescate de lo que fue la capital del Reino Visigodo (y cristiano) de Toledo, además de que fue la primera taifa reconquistada por los cristianos. Desde entonces los reyes castellano-leoneses también asumen bajo su corona el título del Reino de Toledo[6], enfrentándose a una situación que requiere de un sumario colonizador, siendo los cristianos los que manden en el territorio sobre los musulmanes que se mantengan en la región manchega[7].

El territorio manchego será pues el principal territorio fronterizo, por lo que el asentamiento fue una de las prioridades para reforzar esta barrera ante el pueblo islámico. La evolución de toda esta vasta extensión tiene en estos momentos, a finales del siglo XI, un punto de inflexión precisamente por ser el objetivo de flujos migratorios de población.

Un año después de la toma de Toledo, los almorávides desembarcan en la península al mando de Yusuf. Entre el 1055 y el 1080 conquistaron bajo su bandera todo el Norte de África, fundando la ciudad de Marrakech en el año 1070 y constituyéndola como la capital de su Imperio. Esta expansión de la tribu guerrera procedente del Atlas cruzó el estrecho por la llamada de auxilio de taifas como Sevilla, Granada y Badajoz (recordemos que los cristianos, una vez tomada Toledo, prosiguieron su avance hacia tierras extremeñas). A su desembarco las tropas extranjeras se dirigieron hacia Badajoz, ejército que los cristianos decidieron interceptar, sucediéndose así la Batalla de Sagrajas, también conocida como la Batalla de Zalacas[8].

La Batalla de Sagrajas, acaecida el 23 de Octubre de 1086, fue una disputa entre las tropas del monarca Alfonso VI, reforzado con tropas aragonesas enviadas por el monarca Sancho I Ramírez, y los almorávides capitaneados por Yusuf ibn Tasfin en una zona situada entre Badajoz y Coria, resuelta con una aplastante victoria almorávide a pesar de que al comienzo del encuentro, la primera línea al mando de Alvar Fáñez, asestó un golpe a los árabes. Este hecho provocó que las conquistas realizadas volvieran a manos ajenas exceptuando Talavera, Maqueda, Guadalajara y Toledo. Cuatro años después hubo un intento de tomar Toledo pero, Alfonso VI y Sancho Ramírez y sus respectivas tropas la defendieron con uñas y dientes a pesar del desastre organizado por la tentativa musulmana[9].

Pero el avance de los norteafricanos no se detenía. Los almorávides aprovecharon el descontento de la población de Al-Andalus para tomar el poder en las taifas de Granada en el año 1090 (la cual sería la capital de la España almorávide), Sevilla un año después, Badajoz en el 1094, y Valencia en el 1102[10].

A fines de este siglo XI, todavía fue la región manchega contexto de batallas, una de ellas fue la librada en tierras consuegrenses en el 1097, resultando una derrota cristiana que no tuvo más consecuencia que la pérdida de botín. Otra ocurrió en Toledo dos años después, aconteciendo un nuevo asedio para la ciudad que acabó en fracaso almorávide, así que en el regreso hacia el Sur se hicieron con Consuegra. Pero ahí no cesó la invasión a Toledo pues hubo una intentona fallida más al año siguiente que volvió a finalizar con la obtención de preciados botines para los musulmanes. Estos continuos ataques tuvieron como consecuencia la construcción de una potente muralla defensiva para la ciudad de Toledo[11].

Alvar Fáñez fue derrotado en su defensa de Uclés en el año 1108 debido al apoyo que los propios musulmanes residentes en el interior proporcionaron a los de su misma creencia. Dos años después Zaragoza caería en manos almorávides hasta que en el año 1118, Alfonso I el Batallador, Rey de Aragón y segundo hijo de Sancho I Ramírez, conquistó de nuevo la ciudad. Este monarca volvería a inflingir en el 1120 una derrota a los invasores en Cutanda. Las fortificaciones de Talavera, Canales y Olmos fueron gravemente deterioradas en la campaña musulmana hacia Toledo del año 1110[12].

Una cierta estabilidad en la zona fue rota momentáneamente en el 1131, cuando los musulmanes salieron desde Oreja, su lugar de avanzada, hacia Toledo, su principal objetivo, embistiendo la urbe tras haber destruido el castillo de Aceca (reconstruido por Gocelmo de Ribas en 1136) y provocando la muerte del gobernador[13].

El asentamiento musulmán de Oreja sería el siguiente enclave de batalla cuando fue el punto de mira del monarca Alfonso VII en el año 1139. Oreja fue tomada por este monarca pero los musulmanes tomaron el Castillo de Mora en su continuo devenir hacia Toledo. Desde este momento la cuenca del río Tajo pasaría a ser más estable a pesar de ciertas entradas esporádicas. Mora será ahora la clave. Situada a 30 km. de Toledo y cercana a Consuegra y bajo manos musulmanas era un vecino complicado para la firmeza en la zona. La construcción del Castillo de Peña Negra fue la solución para que tras el asedio en el 1144, Mora retornara a los castellanos[14].

Mientras, el Imperio almorávide comenzó a derrumbarse desde los propios cimientos, a lo que se sumaba la campaña contra la frontera musulmana, lo que provocó la toma de Calatrava por Alfonso VII además de las fortificaciones cercanas en el 1147. El enclave de Calatrava será importante gracias a la Orden que se crea allí y tiene este nombre. La radicalización impuesta en el interior del territorio islámico por la exacerbación religiosa cristalizó en una sociedad debilitada y dañada moralmente, especialmente mozárabes y judíos que acabaron por emigrar. Por lo tanto, los años posteriores estuvieron marcados por esa desintegración del territorio de Al-Andalus, por lo que se constituyeron los segundos reinos taifas. Toledo fue objeto de varias intentonas por los almorávides, y el monarca castellano-leonés Alfonso VII, quien vivió en la primera mitad del siglo XII, fue el principal azote hacia los musulmanes y vanguardia de la Reconquista. La llegada de los almohades, seguidores de Aben Tumart, un líder islámico que aprovechó el decadente estado de los almorávides para implantar un Imperio procedente del Occidente de África, provocará una retraída en el avance cristiano e implantará orden durante algún tiempo en territorio musulmán[15].

Alfonso VII llegó a un acuerdo con el Rey Lobo de la zona murciana para realizar un intercambio para obtener Uclés a cambio de Alicún. Esto homogeneizó mucho más sus territorios en una época de gran importancia pues sucede el surgimiento de las órdenes militares[16]. Estas agrupaciones militar-religiosas, las cuáles dependían principalmente del Papado, nacen con el objetivo de plantar cara al musulmán, al infiel caballero de Mahoma que trata de avanzar hacia tierras cristianas.

Ante la obtención del Campo de Calatrava para los devotos de Cristo, era necesaria la conversión de la mezquita que allí había como iglesia cristiana dependiente de Toledo, quedándose al margen el antiguo enclave de Oreto. La importancia del enclave era estratégica, facilitaba la defensa de Toledo, verdadero centro de la región, desde un posible ataque proveniente del Sur, Córdoba. Los Templarios fueron los primeros defensores de esta zona una vez en manos cristianas, tomándola bajo su poder durante ocho años, los cuáles fueron constantemente atacados hasta que optarían por abandonar su defensa por miedo a la gran ofensiva almohade que estaba por llegar[17].

En el año 1147 Marrakech cae en manos almohades al mando de Abd al Mumin, instituyéndose como la capital de esta potencia. Ese mismo año la taifa de Sevilla fue tomada bajo poder musulmán, al igual que sucedió en el año 1172 con el levante español, Valencia y Murcia, conquistas éstas con Yusuf I como segundo califa del Imperio almohade[18].

En el 1158, los monjes Raimundo, abad de Santa María de Fitero (Navarra) y Diego Velázquez, piden al Obispo de Toledo, Juan, que les permita defender Calatrava ya que los templarios se habían rendido clamorosamente antes de luchar, exigiéndole medios para la defensa y la obtención de indulgencias para todo aquel que ayude en la empresa. Muchos habitantes de la zona acudieron a la llamada pero es que incluso desde la lejana Fitero vinieron para plantar cara al infiel. Las circunstancias posteriores fueron poco menos que curiosas, ya que Calatrava no fue atacada por los almohades por no ser una de sus prioridades en la embestida[19].

Raimundo pasó a ser el abad desde los inicios de esta Orden, desarrollándola bajo la regla del Císter tal y como era Fitero, de dónde provenía. En los inicios hubo cierta tirantez entre aquellos monjes residentes que clamaban por un maestre para fortalecer la idea de Orden Militar, por lo que Raimundo marchó al castillo de Ciruelos cerca de Toledo ante el ascenso de Don martín como tal. Pero esto involucionó, por lo que se eligió a un nuevo abad, Don Rodulfo. Esta orden no se desvinculó del Císter y su dependencia del abad de Morimond a pesar de que el maestre de la Orden no estaba dispuesto a acatar esta situación. La primera regla de esta orden pertenece al año 1164, siendo aprobada la segunda allá por 1186 como refuerzo de la primera para beneficio de Morimond[20].

Desde la donación de Sancho III en 1158 como inicio del patrimonio territorial de la Orden de Calatrava hasta finales del siglo XII se puede observar el rápido avance de la misma, extendiendo su influencia por todo territorio cristiano pero de forma más remarcada en el centro peninsular, abarcando desde su posición central en Calatrava la vieja un espacio mayor posiblemente que la actual provincia de Ciudad Real[21].

En el año 1171, Alfonso VIII cede el Castillo de Mora a la Orden militar de Santiago, confiriéndole posteriormente los emplazamientos de Oreja y Alarilla[22]. En el año 1195 se produjo la gran ofensiva almohade tras la reunificación de un Imperio musulmán en la meseta Sur de la península, Alfonso VIII, heredero del trono de Castilla tras la muerte de su padre Sancho III a pesar de las disputas que se sucedieron hasta su mayoría de edad en el reino entre los clanes de los Lara y los Castro, fue derrotado por Yusuf II en la Batalla de Alarcos, la cual se alzaba cerca del paso del río Guadiana a la altura del Campo de Calatrava. Calatrava fue perdida por los cristianos siendo sólo el comienzo de una devastadora ofensiva en la zona del Tajo que se saldó con saqueos en Talavera, Toledo, Maqueda y Guadalajara[23].

Al ejército de Alfonso VIII formado por los Caballeros de Toledo se le une los Maestres de las órdenes militares de Santiago y Calatrava para hacer frente a los musulmanes. La derrota provoca un asedio a la ciudad, de la que el monarca sale por el Norte con dirección a Toledo[24]. Esta victoria musulmana afecta en gran medida a la Orden de Calatrava, además de cortar la expansión a las órdenes de San Juan y Santiago.

Los almohades pactan treguas con la mayoría de reyes cristianos salvo con Pedro II de Aragón, deseosos de librarse de las huestes norteafricanas. Cuando el Papa Inocencio III promulga la Bula de Cruzada para España, prohibiendo cualquier acuerdo con los infieles, el deseo conquistador del monarca aragonés tuvo el impulso necesario para que el resto de reyes cristianos le apoyaran en su avance hacia Al-Andalus[25]. En 1208 se inclinaría el peso de la balanza hacia el lado cristiano, los reinos de Castilla, Navarra y Aragón acordaron una alianza para derrotar a los invasores norteafricanos. Cuatro años después sucedería la gran Batalla de las Navas de Tolosa[26]. Desde este momento se sucederían las fundaciones de nuevas urbes en el territorio, que si bien no era rico en arroyos y manantiales, eran los pozos los que sustentaban de agua potable a la nueva villa. De esta contienda se tiene fiable información gracias a Jiménez de Rada y su Historia, quien narra estos acontecimientos desde el propio campo de batalla. La derrota almohade trae como consecuencia una retirada de esta facción hacia el Sur [27].

Conocida en la historiografía árabe como “batalla de Al-Uqab” (معركة العقاب), la Batalla de las Navas de Tolosa permitió la expansión de los reinos cristianos hacia la parte Sur de la península ibérica. Quienes primero asestaron un golpe fueron los cristianos, pues los musulmanes esperaban en retaguardia en pro del debilitamiento de sus enemigos por falta de provisiones. A pesar de que el número de combatientes de Mahoma doblaba a los contrarios, la valentía de los reyes cristianos ante el grueso de las tropas contrarias precipitó la victoria y la huida de Al- Nasir.

Tras retomar Calatrava, por condiciones de salubridad fue abandonada y se produjo el asentamiento en el Castillo de Dueñas en el año 1217, también llamado Calatrava la Nueva[28]. Esta construcción fue empleada como alojamiento de maestres y caballeros pero, tras pasar la Orden su sede a Almagro, se vio envuelta esta alcazaba en una progresiva disminución de su importancia. A fines del primer cuarto del siglo XIX fue deshabitada y destruida por los propios frailes calatravos para evitar que fueran otros quienes lo hicieran en su lugar[29].

La fundación de Ciudad Real.

Alfonso VIII ordenó el levantamiento de una villa cercana al castillo de Alarcos, pero los musulmanes provocaron desistir en su construcción tras la victoria sobre los cristianos en el año 1195 tal y como se ha mencionado con anterioridad. Una vez retomadas las tierras, comenzó el proceso de repoblación de la zona.

Alfonso X fue quien fundó Villa Real en el territorio de Pozo de Don Gil en el año 1255. Sobre esta construcción existe el interrogante del motivo de su creación. La insalubridad de Alarcos, ser marca de defensa para Toledo, la cual está situada hacia el Norte, o una avanzadilla para tomar el territorio musulmán han sido varias de las propuestas. La Orden de Calatrava no aprobó la fundación de este término por los beneficios que recibía del Rey como conceder exención de portazgo en gran parte del Reino. Económicamente era un centro en expansión, tanto por ser paso obligado como por el aumento de población que experimentó a partir del año 1273 por la exención de tributos que el señor de la villa, Don Fadrique, libró durante siete años a aquellos que se asentaran aquí, lo que atrajo a numerosos mercaderes[30].

[1] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Castilla-La Mancha en la Edad Media. JCCM. 1985.

[2] Las Marcas eran los distritos fronterizos que se establecían para la defensa de los territorios, situándose tres en España por los musulmanes, Badajoz la Inferior, Toledo la Media, y Zaragoza la Superior.

[3] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Op. Cit. (1985).

[4] RUIZ GÓMEZ, Francisco. Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de La mancha (1150-1250). CSIC. Madrid. 2003.

[5] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Op. Cit. (1985).

[6] Ibidem.

[7] Ibidem.

[8] Ibidem.

[9] Ibidem.

[10] Ibidem.

[11] Ibidem.

[12] Ibidem.

[13] Ibidem.

[14] Ibidem.

[15] Ibidem.

[16] Ibidem.

[17] RUIZ GÓMEZ, Francisco. Op. Cit. (2003).

[18] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Op. Cit. (1985).

[19] RUIZ GÓMEZ, Francisco. Op. Cit. (2003).

[20] Ibidem.

[21] Ibidem.

[22] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Op. Cit. (1985).

[23] Ibidem.

[24] http://www.balawat.com/alarcos/pbata18.htm

[25] AA.VV. Castilla-La Mancha medieval. JCCM. Ciudad Real. 2002. (Coordina Ricardo Izquierdo Benito).

[26] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Op. Cit. (1985).

[27] RUIZ GÓMEZ, Francisco. Op. Cit. (2003).

[28] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Op. Cit. (1985).

[29] HERRERA CASADO, Antonio. Castillos y fortalezas de Castilla-La Mancha. JCCM. 1989.

[30] IZQUIERDO BENITO, Rafael. Op. Cit. (1985).

Battle_of_Las_Navas_de_Tolosa

Francisco de Paula Van Halen.

Batalla de las Navas de Tolosa, 1863.

http://diletanteylasmusas.blogspot.com.es/2010/07/las-navas-de-tolosa.html

Ricardo Ortega Olmedo.
Historiador del arte.
(Adaptación de un antiguo trabajo universitario de la asignatura Historia Medieval)

Bibliografía

AA.VV. Castilla-La Mancha medieval. JCCM. Ciudad Real. 2002. (Coordina Ricardo Izquierdo Benito).
HERRERA CASADO, Antonio. Castillos y fortalezas de Castilla-La Mancha. JCCM. 1989.
IZQUIERDO BENITO, Rafael. Castilla-La Mancha en la Edad Media. JCCM. 1985.
RUIZ GÓMEZ, Francisco. Los orígenes de las órdenes militares y la repoblación de los territorios de La mancha (1150-1250). CSIC. Madrid. 2003.
http://www.balawat.com/alarcos/pbata18.htm

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Acento cultural, número 8, abril 2015, ISSN: 2386-7213

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