Basta ya.

Estoy muy harto de las injurias y faltas de respeto que sufren diariamente los concejales en España únicamente por tener tal puesto. Para salvar el honor de estas personas que pelean diariamente por el bienestar de sus conciudadanos, por estos hombres y mujeres que anteponen sus intereses por el bienestar del pueblo, por estos “desfacedores” de entuertos, trabajadores por su ciudad que escuchan por igual a quienes les han votado como a los que no, por estos sirvientes y pilares de las villas españolas, escribo esta carta.

Deseo animarles, señores y señoras concejales, a seguir haciendo sus funciones tan maravillosamente bien como lo han hecho (hablo en general ya que, sin querer, algún vago e inepto se cuela en los cabildos) hasta ahora pues, ustedes, representantes votados por los ciudadanos y reflejo de nuestra sociedad, son un ejemplo para nosotros a través de su ojo crítico, magnánimo carácter y envidiable afán de aprendizaje tanto de las experiencias propias como ajenas, que se mezclan con su dilatada formación tanto en lo privado como en lo público. El buen rumbo que ha llevado nuestra gran patria desde la llegada de la democracia (para qué irme más atrás) ha sido posible gracias a las personas que han ocupado estos puestos; último escalón del poder ejecutivo y pieza clave en la gestión correcta de los recursos de los municipios.

Odio a tanto necio, sucio e indeseable que no hace más que criticar la política sin saber nada de cómo funciona ya que, no sabe lo difícil que es prepararse durante tantos años para estos cargos. Estos malditos perroflautas, vagos, antisistema y/o personas de mal (sin excepciones y antagónicos a nosotros, las personas “de bien”), no son conscientes de la excelente preparación educativa y técnica que cada concejal posee para desempeñar su respectivo puesto, pues no es lo mismo ser concejal de cultura que, por ejemplo, de medioambiente. ¡Habría que ver qué formación tienen esos que tanto hablan!

El puesto de concejal, último y no menos valioso escalón del organigrama político, justo por encima de los técnicos de cada área, se entrega siempre a personas que conocen perfectamente el ámbito en el que van a desarrollar sus ideas, tanto por su instrucción como por su hábito personal y profesional. Incluso, en el hipotético caso de que algún partido que forme gobierno no tenga entre sus miembros a los perfiles necesarios, hemos de estar tranquilos los ciudadanos pues, no dudan en fichar a personas independientes que conozcan el área para así llevar a buen puerto tanto los objetivos iniciales como las propuestas que nacen desde el propio pueblo y que tan bien saben escuchar.

Para lograr esta pura amplitud de miras, nuestras facciones políticas, conscientes de la importancia de cada puesto, discriminan inmediatamente a las personas con poca experiencia, limitada formación o cuyos hechos y actividades previas no demuestren una adecuada aptitud para el cargo. ¡Harto estoy de escuchar que los concejales son lameculos, aprovechados, farsantes y mentirosos, o tipos que ven en la política una carrera profesional! ¡Qué sabrán “esos” de nuestros excelentísimos concejales y ladrillos del gran edificio de la democracia que tenemos!

Aunque no sean expertos en la materia, no huelgan en conocimiento. Han demostrado sobradamente que son excelentes gestores capaces de entender las necesidades de cada concejalía por encima de las directrices de cada partido, el cual comprende perfectamente esta circunstancia incentivando las propuestas para favorecer el desarrollo local y particular de cada municipio. Ellos saben que las carestías no son las mismas en cada ciudad.

Este año 2015 tenemos elecciones municipales. Que cada uno que lea este artículo, se moleste en echar un vistazo a las listas de su pueblo o ciudad y verá cuánta razón tengo. Y cuando se forme el gobierno, fíjese en la acertadísima selección mediante la cual se pone a cada profesional en su área especializada, con una precisión casi quirúrgica.

Tranquilo lector, que nuestro futuro está en buenas manos. ¡Vivan nuestros concejales!

Epílogo.

Basta de sarcasmo. Echen un vistazo a las hemerotecas, contemplen su memoria, dialoguen con amigos, familiares y profesionales de diversos campos, prueben a planificar proyectos hacia la sociedad o miren a su alrededor. Debemos ser plenamente conscientes de lo que significa ser concejal. Por desgracia y por culpa de determinados ejemplos (no todos, ni mucho menos), a ojos de la gran parte de los ciudadanos, este puesto es (para algunos y algunas) la obtención de un trabajo remunerado con influencias en la sociedad para personas que han demostrado su ciega fidelidad al respectivo partido. Esta grave característica provoca la entrada de personas poco o nada preparadas para tal responsabilidad, que manchan el buen hacer de los pocos que llegan a este puesto con ganas de hacer su trabajo lo mejor posible por el bienestar de su entorno pero, como buen reflejo de la sociedad, suelen llegar más lejos los apellidos influyentes, los listillos deseosos de poder y los que se caracterizan por tener poco estómago en busca de provecho personal.

Si no comenzamos a exigir a los grandes partidos con influencia nacional una selección coherente entre las aptitudes y actitudes del concejal y su concejalía (extensible a todos los puestos políticos superiores), así como una crítica transparente a su gestión, seguiremos siendo cómplices de sus errores. Al no conocer el área asignada profesionalmente, se convierten sin desearlo en sujetos engañadizos al enfrentarse a cualquier tipo de proyecto ya que, por el desconocimiento del campo determinado, ignoran la viabilidad de cada propuesta al estar faltos de herramientas críticas de información. El ejemplo es claro al observar las imbecilidades en las que han malgastado el dinero público por parte de la práctica totalidad de los ayuntamientos de este país.

Ahora bien, un conocedor de la materia tendrá previsiblemente criterio propio (sin que esto asegure la perfección, pues no existe) aunque no le vendría mal tener mayor libertad frente a su partido pues, no debería olvidarse que quienes les paga es el Estado y no su facción, por lo que deberían estar preparados para examinar a conciencia y de forma objetiva cada problema, necesidad o proyecto, debido a su vinculación formativa y profesional con el área determinada. Esto, sin duda, ayudaría a una mejor gestión del dinero público.

Siento si los políticos honrados se sienten atacados por este texto. No voy contra ellos (y conozco personalmente a un buen número) pero, como estos mismos me han contado en numerosas ocasiones, las directrices de los partidos y los intereses personales suelen ponerse en contra de la población. A estos buenos políticos únicamente les hago una propuesta: sean valientes y señalen a quienes no hagan correctamente su trabajo pues, esta gentuza les está perjudicando personal y profesionalmente. Alcanzar el bienestar que tanto desea la práctica totalidad de la humanidad, únicamente será posible si se entregan los poderes a gente honrada, incorruptible y juiciosa.

“La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema”. Woody Allen.

“Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos”. Friedrich Nietzsche.

Fondo de la imagen principal del artículo: Jacinta Lluch Valero, del 24 de marzo, 2012. Tomada de su Flickr: https://www.flickr.com/photos/70626035@N00/ modificada de la siguiente manera: recorte de su imagen y añadidura de “smiles” con diferentes colores. Licencia que la artista acordó: https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0/ por lo tanto, su imagen mantiene esta.

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Carta por (y para) los concejales. by Ricardo Ortega Olmedo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.

Acento cultural, número 9, mayo 2015, ISSN: 2386-7213

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