El centro histórico nos reenvía a categorías culturales y su entendimiento ha ido evolucionando desde visiones restrictivas, de corte monumentalista, que lo limitaba a la ciudad medieval, a considerar como tal los desarrollos urbanos configurados hasta comienzos del siglo XIX”[1]

En España, “como centro de vieja e intensa humanización”[2], la ciudad, y el paisaje que la rodea, es un patrimonio cultural en sí. Cuenca, como ciudad moldeada a su vertiginoso paisaje, no es una excepción, más bien, es uno de los más claros ejemplos de cómo el hombre se adapta al paisaje. Esa adaptación ha hecho de Cuenca un ejemplo de cómo la arquitectura y el arte se han unido, de manera sin igual, al entorno para crear una maravilla patrimonial. Tal es así, que esa unión de paisaje y ciudad le ha valido para ser declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Esa declaración ha permitido que, en esta pequeña ciudad castellana, se haya puesto en valor su patrimonio y, que desde las instituciones se estén llevando a cabo políticas de conservación y restauración (bien es cierto, y llevados por los recortes, estas políticas se están viendo amenazadas en los últimos tiempos, dejando a la deriva proyectos museográficos, obras de conservación, etcétera), del Patrimonio Cultural, un Patrimonio, que por sus características especiales, y espaciales, tiene un valor fuera de toda duda.

Pero estás políticas de puesta en valor del Patrimonio conquense no siempre han sido posibles, y durante años, incluso siglos, el abandono fue notable, bien por la falta de medios, bien por la dejadez de instituciones de toda índole, políticas y religiosas. Las guerras y los saqueos también han mermado, a lo largo de las historia, el rico patrimonio conquense, sobre todo en lo que se refiere a Bienes Muebles, un patrimonio en muchos casos de grandísimo valor artístico. Pero la destrucción y desaparición no se han cebado sólo con los objetos pues, han sido muchos los edificios que, de igual forma, han sufrido esa destrucción, ya sea por abandono, por guerras y revoluciones, o por la apatía y la desidia.

Catedral ret

Un poco de historia.

Cuenca, ciudad de origen incierto, alcanza cierto apogeo con la llegada del mundo árabe, que aprovecha su excepcional emplazamiento para crear una ciudad defensiva. En esta etapa se construye un Castillo y un Alcázar, que se adaptan perfectamente a la tipografía del terreno. Es una ciudad, en esta época, dedicada a la agricultura, la ganadería y con una importante industria textil y orfebre. La ciudad es reconquistada por Alfonso VIII en el año 1177, pasando a ser un importante centro cristiano con Fuero propio. En ese Fuero el rey da potestad al concejo para el desarrollo urbano de la ciudad, aunque si que deja claro que, al menos, debe haber un palacio para el Rey y otro para el Obispo. El monarca, con el apoyo de su esposa, ordena el inicio de las obras de la catedral, que se realizará, por expreso deseo de la reina, en un estilo gótico normando, única catedral de este estilo que se realiza en España. Son tiempos de crecimiento urbano y demográfico. La ciudad va adquiriendo la estructura original que hoy conocemos, creciendo en altura, aprovechando la roca como medio defensivo y como soporte de las construcciones. Durante el siglo XVI la ciudad va a crecer de manera considerable, llevándose a cabo importantes obras públicas. La parte alta de la ciudad comienza a quedarse sin espacio donde construir, por lo que la ciudad empieza a abrirse en la parte baja. Son años en que la iglesia alcanza un gran protagonismo, y vemos una ciudad dominada por torres de iglesias y siluetas de conventos. También se construyen palacios, si bien en Cuenca no podemos hablar de palacios propiamente dichos, sino de grandes caserones nobiliarios, pues la topografía de la ciudad no era proclive para las construcciones de “artísticas y lujosas mansiones”[3].

Durante este periodo, gracias a la prominente ganadería y a la industria textil, la burguesía toma un papel importante, comenzando a extenderse a la parte baja de la ciudad. También, el pueblo, comienza a establecerse en la parte baja, apareciendo los primeros suburbios. Pero la llegada del nuevo siglo traerá un periodo de crisis debido a la caída de la industria ganadera y textil. La crisis de cebará de manera especial en la clase burguesa, lo que acabará con el abandono de muchas casas palaciegas, convirtiéndose la iglesia en el gran poder de la vida urbana. El trazado urbano se llena de nuevos conventos, tanto intramuros como extramuros. En la parte baja la expansión de la ciudad se frena en seco y gran número de las casas ya construidas quedan en la más absoluta ruina.

Con la llegada del siglo XVIII, comienzan las luchas sociales entre una clase anclada en el pasado y los ilustrados que buscan la trasformación de la sociedad conquense, una sociedad claramente dominada por el poder omnipresente de la iglesia. En este siglo, la parte alta de la ciudad sigue siendo el núcleo de la misma. Es en este momento cuando se construyen dos de los edificios más significativos de lo que es la Cuenca civil e ilustrada: el Ayuntamiento y las Escuelas Palafox. Cuenca en este momento conoce una expansión demográfica, pasando de los 5726 habitantes a casi los 8.000, aunque este crecimiento no se refleja en el cambio estructural de la ciudad ni en su crecimiento económico. La iglesia, cuyo poder sigue siendo máximo, será la encargada de llevar a cabo la parcelación urbana, especialmente en la parte alta de la ciudad, escapando a su poder los arrabales de la parte baja.

El siglo XIX, y de forma muy especial la guerra de la Independencia, suponen el deterioro definitivo de la industria textil y el hundimiento del patrimonio urbanístico. La parte alta de la ciudad, donde el peso de la iglesia ya no es tan importante, se convierte en el centro administrativo de la misma, vinculado todo ello a la capitalidad administrativa de Cuenca. Las actividades económicas, sin embargo, ya se han implantado de pleno en la parte baja de la ciudad. Este hecho, unido a las desamortizaciones eclesiásticas, traerá consigo la perdida de población de la parte alta, y por consiguiente el deterioro de muchos de sus edificios, y, la ciudad Alta, que en otro tiempo fue lugar de vida popular, deja de ser el centro de las decisiones ciudadanas y se convierte en un lugar en parte marginal.

En las primeras décadas del siglo XX, periodo en que la iglesia sólo controla el 2% de la economía de la ciudad, la parte alta llega a sus mayores límites de marginalidad, con un valor del suelo que está a la altura de los arrabales más pobres de la urbe. Llegados a este punto, se plantea la necesidad de llevar a cabo un proyecto de mejoras en los saneamiento y nuevos equipamientos en el casco antiguo de Cuenca, así se plantea la necesidad de un nuevo mercado, nuevos edificios administrativos y, un punto importante en los inicios de este siglo, la puesta en marcha del alumbrado eléctrico. Estas mejoras se ven frenadas con el estallido de la guerra civil y, tras su finalización, vuelven a ponerse en marcha, pero la actividad comercial y administrativa se ha desplazado ya completamente a la parte baja, donde se crean zonas industriales en las afueras, así como equipamientos y servicios que dan lugar a una nueva estructura urbana. Este hecho traerá como consecuencia que el centro histórico de Cuenca entre, prácticamente, en el abandono pero, la apertura del museo de arte abstracto en los años 60 y la llegada de artistas le dará un nuevo impulso. Se comienzan a restaurar edificios y palacios y la vida vuelve a la vieja ciudad. Con el auge del turismo y la declaración de Cuenca como ciudad Patrimonio de la Humanidad la ciudad alta toma un nuevo impulso, llegando hasta nuestros días como un lugar vivo y con un futuro prometedor.

 Vista General ret

Desmanes y destrucción patrimonial.

Al hablar de la pérdida del Patrimonio en Cuenca, como en cualquier ciudad con siglos de historia, es hacerlo de años de destrucción y vuelta a construir. Una destrucción que muchas veces tiene que ver con las guerras, otras veces con la falta de recursos y otras con la dejadez. Pero también tiene que ver con la necesidad de nuevos terrenos para la construcción, con las nuevas modas arquitectónicas y con los nuevos modelos urbanos.

Si hablamos de ataque al patrimonio, aunque no sería un término quizá apropiado, la primera gran destrucción del patrimonio en Cuenca habría que situarla con la Reconquista de la ciudad por parte de las tropas de Alfonso VIII. Con la llegada de la población cristiana y el nuevo fuero los principales edificios de época árabe, mezquita, alcázar, etcétera, son derribados o sufren transformaciones. Así la mezquita es destruida y en su solar se construye la catedral. La mayor parte de edificios de arquitectura árabe fueron destruidos para ser sustituidos por nuevas edificaciones cristianas, sobre todo porque muchos de los terrenos de la ciudad pasan a manos de la iglesia, cuyo poder, como relatábamos en el punto anterior, era importante. Con la llegada cristiana, gracias a la relevancia que adquiere la industria textil y a los beneficios que recibe la ciudad por parte del monarca, Cuenca tiene un gran auge que se extiende hasta el siglo XVI. Es un momento de construcción de grandes palacios, conventos, iglesias… Pero la decadencia económica trae consigo el abandono de muchos de estos edificios y su casi desaparición.

Al abandono debido a la crisis hay que sumar los avatares bélicos que han asolado Cuenca, especialmente a partir del siglo XIX. Así la Guerra de la Independencia, con el saqueo por parte de las tropas francesas, provoca tanto el deterioro del patrimonio edificado como el hundimiento, definitivo, de la industria textil. La presencia francesa trajo consigo, además, la desaparición y venta “escandalosa”[4] de piezas de gran valor artístico y la destrucción de algunos símbolos de la ciudad como la emblemática torre Mangana, que deberá ser restaurada años más tarde. Tras la marcha de las tropas francesas algunos edificios quedan arrasados, las murallas de la ciudad prácticamente destruidas y muchas casas son convertidas en escombros. La guerra carlista también supuso un duro golpe para el ya maltrecho patrimonio conquense. El saco de Cuenca por parte de las tropas carlistas propició la quema de alguno de los edificios más emblemáticos de la ciudad[5]. La guerra civil, y los años anteriores a la misma, también supusieron un duro revés para el ya maltratado patrimonio conquense. Son muchos los templos parroquiales que se queman, destruyéndose retablos y pasos procesionales. Y el daño fue menos gracias a la actuación de gentes de Cuenca, muchos de ellos de clara ideología republicana, caso de Juan Giménez Aguilar, quienes lograron salvaguardar gran parte de ese patrimonio de los ataques de los desalmados.

Pero como ya se indicaba, no sólo los procesos bélicos acabaron con gran parte del patrimonio conquense. La crisis económica tras la desaparición de la industria textil, la dejadez de las autoridades, la desamortización eclesiástica y la venta de objetos de valor fueron también causa de la perdida, destrucción y entrada en ruina de gran parte del rico patrimonio, tanto mueble como inmueble, de la ciudad. En lo relativo a bienes muebles se venden objetos de gran valor, a partir del siglo XIX, a “anticuarios, chamarileros y coleccionistas de postín, en muchas ocasiones a precios irrisorios, haciéndose poco a poco con las obras de mayor valor”[6]. Posiblemente el caso más significativo de este comercio sin escrúpulos, sea la venta, en 1903, de la plata labrada que cubría el Calvario de Alfonso VIII.

En cuanto a los bienes inmuebles la causa de su ruina está más relacionada con la crisis económica que asoló a Cuenca, hecho que produjo la dejadez en su conservación. Así los monumentos más relevantes y que mejor marcan las señas de identidad de la ciudad van a sufrir daños, muchos de ellos irreparables. Por poner algunos ejemplos, hablaremos, brevemente, del puente san Pablo, la Catedral y las Casas Colgadas. El puente san Pablo, que unía la catedral con el convento de san Pablo, se construye en el siglo XVI en sillería de piedra, considerándose una de las mejores obras de ingeniería de la ciudad[7]. El puente de piedra se viene abajo en 1786, en la parte más próxima a la catedral. Aun se tardará un siglo en volver a construir otro puente, que sustituya al destruido, construyéndose una pasarela de hierro y madera en 1902, por parte de George H. Bartle, siguiendo las trazas de José María Fuster. Una estructura carente, sin embargo, de las cualidades de diseño que muchas de estas piezas tienen[8].

Las Casas Colgadas, posiblemente uno de los símbolos por antonomasia de la ciudad, es un caso especial. En la actualidad son tres las casas de este tipo que sobresalen sobre la hoz del Huécar, pero en el medievo debieron ser muchas más, aunque a principios del siglo XX, posiblemente por la falta de fondos del Ayuntamiento, muchas son derribadas. Las actuales se rehabilitan en los años 50, según proyecto de Francisco León. En la reconstrucción, finalizada hacía 1978, se cruzaron intereses estéticos, lo cual impide ver el verdadero aspecto original de los primitivos edificios. En cuanto a la catedral, elemento esencial de la ciudad, es otro de los edificios que sufrirá las consecuencias del abandono y la dejadez. Únicamente se va a volver la vista hasta este monumental edificio, cuando, el 13 de Abril de 1902, su torre de campanas, conocida como del Giraldo, se vino abajo llevándose con ella la vida de siete personas. Este hecho puso a la catedral de Cuenca en boca de la opinión pública y, en agosto de ese mismo año se declaró monumento nacional, comenzando un lento proceso de restauración que aún continua hoy en día.

Casas colgadas ret

Evolución del concepto de patrimonio. Medidas para la protección patrimonial en la ciudad de Cuenca.

Como ya se ha ido indicando, la ciudad de Cuenca, a lo largo de su dilatada historia, ha pasado por épocas de esplendor y de crisis, algo que se ha notado en la proliferación de un rico patrimonio, pero también en su posterior abandono y destrucción. Indicábamos en los apartados anteriores, que son muchos los edificios, sobre todo en el siglo XVIII     y XIX, que se ven afectados por la falta de protección y conservación, así como por la desidia de las autoridades públicas y por los conflictos bélicos. Pero también es cierto, que ya a finales del siglo XIX, se comienzan a elaborar planes para la conservación de algunos de estos edificios, planes para lograr un tratamiento integral de la ciudad y para su reforma interior y su ensanche. Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, se realiza una rehabilitación de la torre Mangana, que había sufrido daños durante la guerra contra los franceses. Esta misma torre irá sufriendo varias reformas a lo largo del siglo XX, que le dan su aspecto actual.

En cuanto a los planes generales de mejoras en la ciudad, entre 1868 y 1898, se presentan proyectos para la mejora de los saneamientos, mejora de manzanas, adecuación de calles y plazas, etcétera. Se realizan mejoras en la traída de aguas, cuya canalización apenas había sufrido mejoras desde el siglo XVI[9]. También, a principios del siglo XX, se lleva a cabo la instalación de la iluminación eléctrica. Pero aunque existen planes que intentan mejoras para la ciudad, la dejadez de políticos y ciudadanos es manifiesta, y la ciudad marcha inexorable a la ruina total. Se derriban las puertas de entrada de la primitiva muralla, más como una actitud de rechazo a un modelo de ciudad, que a una verdadera necesidad.

En lo referente a edificios históricos, ya se ha hablado de los casos de las casas colgadas, la catedral, el puente san Pablo o la torre Mangana, que a lo largo del siglo XX, van a ir sufriendo mejoras y declaraciones como monumentos históricos, debido, en gran medida a su estado de ruina, más que al verdadero interés de las autoridades. La catedral, como ya se ha indicado, es declarada monumento nacional el año en que se derrumba su torre del Giraldo y el puente san Pablo es sustituido por una pasarela de hierro y madera. El hundimiento de la torre Giraldo, como decíamos, pone la catedral en boca de la opinión pública. Este hecho hace que sea declarado monumento nacional en agosto de 1902. Sin embargo, un año después el estado de la catedral es de ruina, que se hace más patente en la fachada de la misma, como lo atestigua el documento redactado por el arquitecto municipal, Luis López. Por Real Orden del 11 de Febrero de 1904 el arquitecto Vicente Lampérez se hace cargo de la reconstrucción de la catedral. Son años en que el estado del templo sigue siendo lamentable, como lo atestiguan las cartas enviadas al ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes informando del pésimo estado de la torre de campanas, que había quedado seriamente dañada tras el hundimiento de la torre del Giraldo. Pero las obras de asentamiento de esta torre no llegarán hasta años después, gracias al proyecto de Manuel G. Varcárcel. Culpa de la falta de fondos para reparar la torre de campanas viene causada por el hecho de que Lampérez, en lugar de ocuparse únicamente de reparar lo destruido, decidió cambiar la fachada barroca, la cual no era de su gusto[10], por una nueva de estilo neogótico, fachada que aun hoy en día no se ha finalizado.

Otros muchos edificios religiosos de la ciudad, de los que en Cuenca existían en gran número, como ya indicábamos, sufrieron, a lo largo de la historia vaivenes, destrozos, amenazas de ruina, desamortizaciones, robos, etcétera. De algunos de ellos apenas quedan restos, caso de las iglesias de San Pantaleón, de la que se conserva el ábside, o de la de San Martín, de estructura románica y de la que se conserva el bello ábside entre casas de vecinos. Pero otros edificios corrieron mejor suerte y gracias a los buenos trabajos de restauración, se les ha buscado un nuevo uso, bien como centros culturales, bien como alojamientos hoteleros. Así templos como los de San Andrés, Santa Cruz, La Merced o San Miguel, se han destinado a salas de exposiciones o salas de conciertos y, lugares como el convento de san Pablo, al otro lado del puente, o el convento de las Carmelitas, se han convertido en Parador Nacional de Turismo y sede de la Fundación Antonio Pérez respectivamente.

En cuanto a las casas colgadas, ya hemos hablado de su progresivo abandono, llegando a desaparecer la mayoría de ellas, a pesar de haber sido compradas por el Ayuntamiento para la realización de un museo municipal, cuya función debí ser la de dejar constancia del sistema constructivo tradicional conquense, bajo proyecto del Fernando Alcántara, realizado en 1928. No será hasta el año 1959 cuando el proyecto se lleve a cabo, cuando el arquitecto Francisco León, realiza el proyecto de rehabilitación de las mismas, proyecto que no respeta la arquitectura original del edificio. Esta restauración se completa entre los años 1965 y 1978 y son la base del actual museo de arte abstracto español.

La construcción de este museo y la llegada a Cuenca de artistas de renombre va a dar un gran impulso a las leyes de protección patrimonial a la ciudad de Cuenca, auque ya en el año 1954 se había iniciado el plan “Cuenca Antigua”, que realiza una importante labor de restauración y conservación, así como la adecuación de plazas y jardines. Pero será a partir de los años 60 cuando el interés por la conservación y restauración del patrimonio y su posible explotación turística alcance su punto álgido. En el año 1961, el Ayuntamiento solicita a la Dirección General de Turismo la declaración de “interés turístico”, aunque la Dirección de Turismo considera que esa declaración no lograría los objetivos pretendidos. Esta dirección se decanta por declarar la ciudad y su entorno como “Paraje Pintoresco”[11] por Decreto del año 1963. En este Decreto se realiza un estudio pormenorizado de los monumentos de la ciudad. Pero esta declaración no ayuda a parar el despoblamiento de la ciudad histórica, además de centrarse únicamente en aquellos edificios más pintorescos y que dan a las hoces de los ríos Huécar y Júcar. Los edificios restaurados serán comprados por familias con altas rentas que los utilizan como residencia secundaria.

En el año 1976, se alerta que este plan no había conseguido los objetivos deseados pues “no se lograba la conservación del ambiente y paisaje urbano singular y privilegiado, causante, precisamente de la expectativa que da lugar a ese mayor beneficio que se busca al edificar en la ciudad antigua”[12]. Por esta razón, en 1979, se aprueba un Plan Especial para el casco antiguo que reglaba la edificación en esa área, clasificando los inmuebles en cinco categorías. En 1981 se incoa un expediente, por parte de la Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas, para declarar el casco histórico de Cuenca como conjunto histórico-artístico. Durante la década de los años ochenta se siguen sucediendo planes y se redactan normas para la rehabilitación de los barrios populares de la zona alta de la ciudad. Con la redacción el 1985 de la Ley de Patrimonio Artístico español, y al Cuenca estar declarada Conjunto Histórico, se debe declarar un Plan especial de la ciudad y cual son los elementos a “conservar y mantener”.

Con las bases establecidas en el Plan especial, en el año 1989 se comienza a gestionar el programa “Cuenca a plena luz”[13], propiciado por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Comunidades. Es un programa que se estructura en cuatro ejes principales: restauración monumental, rehabilitación residencial, mejora del paisaje urbano y Plan especial. Con este programa se rehabilitan fachadas de edificios, espacios públicos singulares y se actúa sobre los principales monumentos. La actuaciones llevadas a cabo con este plan han supuesto un impulso del casco antiguo, que ha visto aumentada su población, y han consolidado la dimensión histórico-cultural de la parte alta, revalorizando su imagen simbólica, cultural y turística. Un año después del inicio de este plan “a plena luz”, se pone en marcha la Ley de Patrimonio Histórico de Castilla- La Mancha, que obliga a “toda revisión del planteamiento urbanístico y a incluir catálogos de edificios monumentales y establecer la delimitación clara y legal del entorno monumental”[14].

Un hecho muy importante, que se une a toda la normativa anterior, es la declaración de la ciudad Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO por ser “un centro histórico cargado de valores simbólicos, históricos, culturales y urbanísticos, además de un caso singular de integración entre paisaje natural y cultural”[15]. Esta declaración supone un nuevo control sobre posibles intervenciones en el conjunto histórico de la ciudad. Para controlar estas actuaciones y llevar a cabo la revitalización definitiva del casco antiguo de Cuenca, se va a redactar, por parte de Juan Manuel Alonso Velasco, por resolución de la Junta de Comunidades, el Plan Especial de Ordenación, Mejora y Protección del Casco Antiguo de Cuenca y sus Hoces. Entraran dentro de este plan todas las zonas, tanto de la parte alta como de la parte baja de la ciudad, que se establecían en el Expediente de Declaración de Patrimonio Histórico Artístico y la declaración de Paraje Pintoresco. En este plan, que sigue con la conservación y rehabilitación de barrios y edificios monumentales y populares, es muy importante el valor que se da al tema del paisaje, tema que hasta este momento se había tratado muy poco, y que en va a ser un punto de inflexión en la protección del paisaje que rodea la ciudad.

En la nueva centuria se suceden nuevas reglamentaciones, aparecen nuevos planes y se realizan catálogos de bienes y espacios protegidos. En 2004, por Real Decreto, se crea el Patronado del Consorcio Ciudad de Cuenca, adscrito al Ministerio de Cultura. Su función es promover y coordinar las acciones que las Administraciones y entidades deban realizar en Cuenca destinadas, a la conservación y rehabilitación del patrimonio cultural de la ciudad y al desarrollo y potenciación de las actividades culturales y turísticas vinculadas a ellas[16]. En Julio de 2008, se redacta el catálogo de Bienes y espacios protegidos de Cuenca, donde se enumeran todos los edificios declarados BIC y se define su entorno. A esto se unen Planes Especiales para la Mejora y Rehabilitación de Barrios populares así como la apertura de accesos para mejorar la conexión de la ciudad nueva con el conjunto histórico. Son estos proyectos que pretenden además valorar estos espacios, muchos de ellos, como el barrio de San Antón, con siglos de historia, a pesar de estar extramuros, darles un nuevo atractivo y mantener sus valores sociales como parte integrante de la ciudad. Estos planes dinamizadores han corrido a cargo de los fondos FEDER.

Puente San Pablo ret

Conclusión.

A lo largo de siglos de historia, la ciudad de Cuenca, y en especial su casco antiguo, ha tenido una evolución, que ha ido generando cambios en su estructura. Desde los primeros tiempos de ciudad cristiana los edificios se tuvieron que adecuar a la topografía del lugar, dando lugar a una ordenación urbana de lo más original. Una ciudad que se ha visto asolada por crisis, guerras, despoblamiento, dejadez y falta de recursos, pero que poco a poco ha salido de ese letargo y, gracias al empuje de muchos y a las leyes de protección patrimonial, ha conseguido recobrar parte de su esplendor. Pero no debemos permitir que esto quede aquí, hay que seguir luchando pues quedan cosas por hacer, cosas que mejorar y ciudad que conservar.

  

Bibliografía

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  • ALONSO VELASCO, J.M., Plan Especial de la Ciudad Alta de Cuenca, Cuenca 2003.
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  • APARICIO GUERRERO, Ana Eulalia, “La población y el uso residencial en el casco histórico de Cuenca. Actuaciones, conflictos y soluciones” en La dinámica geodemográfica protagonista del territorio, Universidad de Santiago de Compostela, 2003. Pág. 63- 79.
  • IBÁÑEZ MONTOYA, Joaquín, “Patrimonio cultural y paisaje.Un diálogo contemporáneo en torno a su metodología de proyecto”, Locus: revista histórica, 2010.
  • MUELAS, Federico, Cuenca, tierra de sorpresas y encantamientos, Everest, León, 1968.
  • MUÑOZ, José Luis y PINOS, José Luis, Calles de Cuenca, Olcades, Cuenca, 1978.
  • PÉREZ, José Mª, Luz y misterio de las catedrales, Espasa, Barcelona, 2012.
  • ROMERO SAIZ, Miguel, El saco de Cuenca, boinas rojas bajo Mangana.
  • TROITIÑO VINUESA, Miguel Ángel, “Ciudad y patrimonio cultural”, en Anales de Geografía de la UCM, Servicio de publicaciones de la UCM, Madrid 1995. pág. 741- 757.
  • TROITIÑO VINUESA, M. A., “La ciudad Alta de Cuenca”, en Las ciudades españolas a finales del siglo XX, UCLM y AGE, Cuenca- Madrid, 1995. Pág 210- 221.
  • VEGA ALMAGRO, Víctor de la, Tesoro artístico y Guerra Civil. El caso de Cuenca.
  • Ley 4/1990 de Patrimonio Histórico de Castilla- La Mancha.
  • Declaración de Cuenca Patrimonio de la Humanidad.

[1] TROITIÑO VINUESA, M. A., “Ciudad y patrimonio cultural: el centro histórico de Cuenca” en Anales de geografía de la Universidad Complutense, núm. 15 pág. 741.

[2] ALONSO VELASCO, Juan Manuel, Cuenca, Plan Especial de la Ciudad Alta y sus Hoces, Cuenca, 2003.

[3] MUÑOZ, José Luis y PINOS, José Luis, Calles de Cuenca, Olcades, Cuenca, 1978, pág. 63.

[4] AA.VV. Paisajes de los conjuntos históricos de los Conjuntos de Castilla- La Mancha, UCLM, Ciudad Real, 2011. pág. 252.

[5] ROMERO SAIZ, Miguel, EL saco de Cuenca: boinas rojas bajo Mangana, Pág. 104.

[6] VEGA ALMAGRO, Víctor de la, Tesoro Artístico y Guerra Civil. EL caso de Cuenca, UCLM, Cuenca, 2007. Pág. 64.

[7] Cesar Gozález Ruano, definió el antiguo puente como una estructura “de cinco grandes arcos de cuyos pilares, que ascendían desde el hondo valle por donde serpentea el pequeño Huécar, presentaban la fortaleza de tremendas torres”.

[8]AA.VV. Ibídem. Pág. 252.

[9] ALONSO VELASCO, José Manuel, Ibídem. Pág. 36.

[10] PÉREZ GONZÁLEZ, José María, La luz y el misterio de las catedrales, Espasa, Barcelona, 2012. Pág. 197.

[11] APARICIO GUERRERO, Ana Eulalia, “Planeamiento y políticas urbanas: el caso de Cuenca”, UCLM, 1997, pág. 181.

[12] AA.VV. Ibídem. Pág. 270.

[13]“El objetivo de este programa es activar la iniciativa privada a través de la inversión pública. Se establecen cinco programas de rehabilitación: rehabilitación de viviendas, mejora del Paisaje Urbano, equipamiento Sociocultural, restauración Monumental y redacción del Plan Espacial” en APARICIO GUERRERO, Ana Eulalia, “La población y el uso residencial en el casco histórico de Cuenca. Actuaciones, conflictos y soluciones” en La dinámica geodemográfica protagonista del territorio, Universidad de Santiago de Compostela, 2003. Pág. 63.

[14] Ley 4/1990 de Patrimonio Histórico de Castilla- La Mancha.

[15] Declaración de Cuenca Patrimonio de la Humanidad.

[16] Plan General 1976.

Lucio Rodríguez Méndez.

Historiador del arte.

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Acento cultural, número 3, diciembre 2014, ISSN: 2386-7213

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