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¿Una salud de cine?

Para la mayoría de la población mundial, actualmente, existen multitud de medios que nos permiten (o facilitan) enriquecernos de nuevos conocimientos de diversa índole: cultura, historia, tecnología, arte, salud, etcétera. Asimismo, tales conocimientos, pueden llegar a la población sin acarrear un coste excesivo para quien lo precisa, pudiendo encontrarse algunos de forma gratuita. Así pues, en este marco, además de los medios ya conocidos como internet, libros o revistas, nos encontramos con la industria cinematográfica, la cual, en numerosos casos, busca acercar al espectador un área de conocimientos de forma lúdica, de tal forma que quien lo desee pueda incrementar su cultura sobre un área específica a la vez que disfruta de un tiempo de ocio. No obstante, y continuando en la línea de una sociedad adecuadamente informada, considero que debemos ser críticos a la hora de evaluar aquello que nos están trasmitiendo, ya que asimilar determinados contenidos erróneos pueden derivarnos hacia la ignorancia o ineptitud.

Así las cosas, es bien conocido la multitud de películas o series televisivas que incluyen en su argumento principal determinados contenidos relacionados con un área científica: la medicina. Sin embargo, quizás a consecuencia de la falta de documentación por parte del equipo directivo de la producción cinematográfica en cuestión, podemos apreciar diversos errores que favorecen la difusión incorrecta de conocimientos médicos. De esta forma, se suscitan creencias erróneas que abocan al espectador, profano en medicina, a la ignorancia. Es por ello que, a continuación, se expondrán tres errores comunes apreciados en la industria cinematográfica. No obstante, ello se hará con el apoyo de argumentos científicos favoreciendo el correcto aprendizaje de los temas tratados:

1. ¿En toda parada cardiaca está indicado el uso de un desfibrilador?

Escena errónea: Vis a vis (2015).

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En primer lugar, es común en numerosas reproducciones encontrarnos aquella escena en la que una víctima sufre una parada cardiaca y, tras ser monitorizado a la llegada del Servicio de Emergencias Médicas (SEM), aparece en el monitor del electrocardiograma (ECG) una línea continua que indica que el corazón se encuentra en asistolia, esto es, que el corazón no tiene actividad y, por consiguiente, no es capaz de realizar los movimientos para el bombeo de sangre. Tras observar este ECG, el SEM coloca las palas (electrodos) del desfibrilador sobre el tórax de la víctima y aplica una descarga (o sucesivas) que, generalmente, provoca la reversión de la asistolia hacia un ritmo con actividad compatible con la vida, favoreciendo la recuperación espontánea del individuo.

Sin embargo, según las Guías de la European Resuscitation Council (ERC), el desfibrilador no se encuentra en el algoritmo del tratamiento de la asistolia, siendo el método de elección para esta la reanimación cardiopulmonar (RCP) mediante las compresiones torácicas unido a la administración de medicamentos vasoactivos, es decir, con efectos a nivel cardiaco.

2. Un paciente en coma no respira espontáneamente.

Escena errónea: Hablé con ella (2002).

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En segundo lugar, relataremos la contradicción existente entre la imagen mostrada de un actor en coma y el tratamiento utilizado por el personal sanitario. Así, antes de refutar la información desprendida en este tipo de escenas, definiremos unos conceptos clave que nos facilitarán el proceso de razonamiento. Conceptualmente, el coma es aquel estado de disminución profunda de la conciencia, es decir, existe una degradación severa del estado de conciencia a tenor de una disfunción cerebral aguda y grave. En otras palabras, existe una afectación a nivel del sistema nervioso central (cerebro) que compromete numerosas funciones orgánicas comandadas por dicho sistema. Así pues, entre estas funciones nos encontramos con la ventilación pulmonar (movimientos de inspiración y espiración), un proceso involuntario (aunque podamos modificarlo de forma parcial voluntariamente) dirigida por el centro respiratorio, situado en el cerebro y afectado en la situación de coma. De este modo, llegamos a la conclusión que aquella escena en la que se muestra un paciente respirando de forma espontánea en estado comatoso resulta ilógica. Y es que, según lo relatado anteriormente, se precisa la ayuda de un respirador artificial que sea el encargado de ventilar los pulmones (estos son incapaces de hacerlo por sí solos), por lo que necesariamente el actor debería aparecer intubado, esto es, con tubo que alcance el interior de la tráquea por un extremo y se conecte con el respirador por el otro, todo ello a través del proceso conocido como intubación.

Escena correcta: Si decido quedarme (2014).

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3. La disciplina intra-quirófano no debe ser vulnerada.

Escena errónea: Despierto (2007).

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En última instancia, valoraremos el cumplimiento de la disciplina establecida durante las escenas de una intervención quirúrgica en el interior de un quirófano. Un cumplimiento que es responsabilidad única y exclusiva de quienes vayan a realizar alguna actividad terapéutica sobre el paciente, es decir, de todos aquellos que participen en el proceso quirúrgico. Por ello, resulta incoherente que en algunas escenas intra-quirófano puedan aparecer actores con vestimenta inadecuada (de calle, generalmente), ya que se trata de un espacio con acceso totalmente restringido a personal autorizado. Del mismo modo, de acuerdo con la normativa vigente, el vestuario debe ser específico (gorro, bata y mascarilla), de tal forma que no se vulneren los principios de asepsia, concepto que hace alusión a la ausencia de microorganismos patógenos (propensos a provocar infecciones), por lo que se concluye que son y serán desatinadas aquellas secuencias donde no se acaten tales fundamentos científicos.

Escena correcta: Si decido quedarme (2014).

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Carlos Berlanga Macías.

Más información:

Castro P. Paciente con alteración de conciencia en urgencias. Anales Sis San Navarra. 2008; 31 (1): 87-97.

Misas M, Milá S, Expósito I. Coma. Finlay. 2006; 11 (1): 45-51.

European Resuscitation Council. Soporte vital avanzado. 1ª ed. Madrid: varios; 2010.

Ministerio de Sanidad y Política Social. Bloque quirúrgico: estándares y recomendaciones. Madrid, 2009.

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Acento cultural, número 13, septiembre 2015, ISSN: 2386-7213

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