Un artículo sobre la obra de la artista Caroline Culubret

El texto ha sido publicado en: “Paseando por los laberintos de Caroline” Catálogo Caroline Culubret Arte y vida. Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena. ISBN 978 – 84 – 09 – 11751 – 2  DEPÓSITO LEGAL CR 629 – 2019

Fotografías de Javier Carrión

 

La trayectoria de Caroline en las artes plásticas es una investigación constante sobre el cuerpo humano, pero no solo en sus formas físicas, sino también internas, que se proyectan como metáfora en sus obras.

La artista comienza desde una edad temprana su predilección por las artes plásticas, desde niña mostraba una inteligencia emocional muy desarrollada que la orientó hacia los estudios artísticos. Comenzó la profesión en Madrid, primero conociendo el medio a través de una academia y esto le llevó a diferentes prestigiosas escuelas y a realizar estudios formales. Después, se trasladó a vivir a Tomelloso, que también le permitirá crear su estudio, su espacio personal. Continúo formándose a la par que comenzaba su trayectoria artística a través de exposiciones, algo que también la llevó a iniciar su camino y conformar su estilo personal.

 

En esta retrospectiva de Culubret encontramos las representaciones más significativas de las principales etapas de la artista, símbolos de etapas vitales, podríamos hablar de un diario. Porque ante todo, nos habla a través de sus cuadros, no son obras decorativas, sino historias: escribir a través de la pintura, del color y el trazo.

La escalera mágica (2017) para mí, es una de sus creaciones que más exteriorizan su forma de trabajar, ya que Caroline utiliza un proceso cíclico en todos los sentidos, desde el pensamiento  hasta la imagen de proyección de la creación: juega con la proporción áurea, construyendo dimensiones perfectas que al mismo tiempo nos recuerdan nuestro vínculo con la naturaleza. En sí, son razones trasladadas a metáforas, se mueven inspiradas por una estética clásica inspirada en movimientos como el Simbolismo, el Prerrafaelismo, el Art Noveau; pero reinventan la figura humana de una manera más orgánica, y en algunas ocasiones, con matices de surrealismo.

En general, no suele explicar sus cuadros, prefiere que el espectador los interprete y enriquezca por sí mismo. Para ella sus trabajos tienen que hablar por sí solos, aunque a veces nos deja pistas asociando una cita o referencia. Ciertamente su propósito está cumplido, pues sus imágenes están cargadas de estímulos por los que pasear mentalmente. A continuación daremos un breve paseo por algunas de las obras que he escogido en representación a sus etapas.

OFELIA

 En esta primera etapa encontramos una paleta de color fría y una técnica aguada, técnicamente durante este periodo encontramos el paso del dibujo a la pintura, ya que este condiciona la mancha, busca los trazos y formas a través de la misma. La artista describe este proceso como una investigación del retrato dentro del color, rascando y trasladando la pintura hacia la sombra para hacer aparecer la figura. Esta etapa es muy importante, pues es la cuna y el impulso de su carrera.

Percibimos un universo retraído que alude a sentimientos, recuerdos y también a homenajes. Luna (1997), es un retrato de su abuela cuando ésta era bebé, lo interesante  también es la atmósfera que la rodea, y el motivo de las raíces que toman mucho protagonismo. Caroline homenajea y bucea en la historia. Se puede oler en esta etapa la búsqueda incesante en ella misma exteriorizado en las imágenes.

En O (1997) el cuerpo adopta una posición fetal y utiliza el tondo, un formato que se repetirá posteriormente en numerosas ocasiones. En relación a las dos creaciones mencionadas, en Tierra de nadie (1999) podría ser el tercer acto: dualidad de dos cuerpos entre raíces sueltas, mostrando el desarraigo y la frustración de pertenecer a dos sitios y al mismo tiempo a ninguno. Una etapa en la que todavía se está asentando y reencarna la sensación del emigrante, ser y no estar en ninguna parte.

 

La interpretación que realiza de “Ofelia”, de Jhon Everett, es el detonante de esta etapa. Culubret pinta esta imagen ya que la admira y ante la imposibilidad de verla, decide hacer su propia versión. En sí es la aspiración al líquido como elemento, al sentido de fluir.

 

KORO D’OKURO

Koro d’okuro (2010) es el nombre de una de una pieza que pertenece a una serie en la que todas las obras tienen su nombre en esperanto, escogiendo este idioma como metáfora de universalidad. Es una serie que además de sorprendernos con sus formas, contiene un trasfondo que pone en relevancia la estancia de la mujer como reivindicación en la sociedad pero también como manifiesto de cualidades intrínsecas en el género femenino. En Koro d’okuro la mujer es representada como si le faltara un ojo. Pero en realidad no le falta, si no que lo sitúa en el corazón. La artista nos muestra otras formas de ver, de proyectar el pensamiento y de intuir. Aplica este símbolo para invitar al espectador a expandir su imaginación, aprender otros métodos de «ver» y a utilizar la intuición; algo que se conecta directamente con el resto de la serie.

Palmo de silencio (2010), también reivindica otras formas de hacer, de imaginar la acción. Hablando con Caroline, me la describió con un texto que reproduzco tal cual, porque yo no podría hacerlo mejor:

 

El sentido (1) como un Todo tiene el Propio (2) poder de expresarse (3) más allá de lo corporal (4), aunque sea con Silencio … deja volar tu Imaginación.

(1) Cuánto haga remover el interior de la persona.

(2) es innato ser capaz.

(3) La composición proviene  de un sentimiento que sobrepasa lo material.

(4) No expresa una limitación, puesto que la ausencia de sonido (el silencio) aún no siendo corporal, tiene poder.

Por último, Unados (2010), es la conclusión. Nos muestra un individuo en su totalidad con toda su fuerza, pero al mismo tiempo es doble: La unidad entre nosotros, y la comprensión de que cada ser mantiene sus particularidades como todo elemento natural, pero no dejamos de ser complementarios: No se trata de una competición de cuál es la mejor forma de ser, si no aceptar la diversidad como parte de la universalidad. Invita al espectador a reflexionar con estas tres imágenes, en la que expone el privilegio de la naturaleza femenina como una forma de ver, sentir y pensar;  también deja entrever que este talento en algunos contextos es un signo de debilidad ante el sistema que nos impulsa. Sugiere las distintas formas como lo grandioso de la vida: lo que nos hace humanos, es ser diferentes unos de otros, pero al mismo tiempo un todo.

 

EL LABERINTO

 El laberinto es una arquitectura que Caroline evoca en numerosas ocasiones, tiene gran importancia tanto a nivel pictórico como biográfico. El filósofo Nietzche nos decía: “Si quisiésemos esbozar una arquitectura de nuestra alma (…) habría que concebirla a imagen de un laberinto.”. Y es que existe toda una filosofía detrás de este concepto, Gaston Bachelard, en su ensayo La poética de la ensoñación describe el laberinto como la arquitectura interior del ser humano que creamos en base a nuestras experiencias y recuerdos, siendo estos los que levantan los muros del laberinto. Los pasillos se desarrollan en paralelo a nuestra evolución biográfica, y es fácil que nos perdamos o nos quedemos atrapados en él: «Cuando llegamos a la cima de la edad, al llegar a su fin, vemos tales ensoñaciones, retrocedemos al reconocer que la infancia es el pozo del ser.» (Bachelard) Pues la infancia en sí es poesía pura, ya que todavía no se han asociado conceptos a las cosas, y podemos imaginar otras maneras de ellas.

En las laberintos de Culubret vemos esta poética representada, como contenido y resolución figurativa. En ¿Dónde vas a ir? Si no sabes… (2010) es la representación de la libertad: encontramos un retrato de su hija, de la infancia, situada por encima del laberinto. En la niñez no hay miedo, es la primera referencia de nuestra vida y la menos contaminada, la libertad mental pura. Caroline nos dice: “Pues sin miedos, y acompañado de la natural intuición de un niño, podrás recorrer con gracia el laberinto de tu vida.”

En 2012, crea El sueño, donde encontramos personas muy cercanas a la artista situadas en diferentes localizaciones y posiciones dentro del laberinto, el lugar depende directamente del momento biográfico en el que se encuentren. El cuadro esta inacabado a la espera de incluir a la persona que lo adquiera. Es un trabajo tremendamente interesante a nivel conceptual y pictórico, un ejercicio de inteligencia.

 

Buscando arañas (2012) es el estado del laberinto que representa el miedo, la reticencia que tenemos a salir de el, asomamos la cabeza, pero nuestras piernas se enredan en las telarañas. Podría ser un paso previo a la obra que hará después, en 2018, titulada El túnel que atravesó mi laberinto (2018) que pondrá comienzo a otra etapa: Vemos su autorretrato  acompañada por su marido. Ya está por encima del laberinto, podemos ver más allá del cielo, salimos del interior para caminar hacia el exterior representado en el horizonte. Su marido está fuera, pero aún mira abajo, pues a veces, nos es inevitable. Caroline nos motiva para caminar por encima y este cambio de visión se verá reflejado totalmente en su nueva etapa en todos los aspectos, y en concreto en la composición y la paleta de color.

 

HIPATIA

Savia (2018) es una creación de su última etapa. La figura principal se basa en Hipathia (2010), una obra de su anterior etapa y que se quemó en el incendio de un centro cultural en Marbella, entre otras pinturas. Por ello, Savia es un homenaje doble, un renacer de ese golpe tan duro del fuego, salir del mismo hacia la sabiduría. Hipathia es una mujer histórica, de Alejandría, una de las principales científicas y filósofas de las que tenemos referencia, fue maestra en la escuela neoplatónica e hizo grandes contribuciones en la ciencia del momento, siendo de gran relevancia sus hallazgos en conocimientos de astronomía. Acoge a esta sabia para ponerla en el contexto de nuestro patrimonio agrícola, para así representar el vino como un conocimiento que nos recorre, acompañado de su historia; al igual que la savia que transporta nuestras plantas. Es curioso, cómo al mismo tiempo hace un juego de palabras y de significados entre “sabia” y “savia”.

Esta idea se hace física a través de las diversas técnicas y símbolos empleados en el cuadro. Contiene antiguos manuscritos de un libro sobre la fabricación del vino que se fusionan en las formas, haciendo aún más específica la idea que se pretende exponer: el vino, como un saber profundo y natural que fluye y se extiende desde la tierra hasta nosotros, una herencia orgánica que en cierto modo, hace ser quien somos, en todo nuestro esplendor.

Dicho esplendor, es la cualidad que acompaña a Culubret en esta última etapa, donde el color toma el papel protagonista. Por supuesto el dibujo sigue en las entrañas, porque como la artista afirma, es una base, es la gran estructura de todo. Pero después, el color y la recreación en el volumen se extiende por todos los elementos del cuadro con toda la fuerza y la dulzura que lleva el caudal de un río. El cuerpo se sitúa en espacios en la que ya no solamente él es el protagonista, sino que las texturas, tejidos y detalles se mueven en sintonía con él. Ahora mira hacia fuera, disfruta y se deleita en cada detalle, sin olvidar expresar los conocimientos escondidos que hay dentro de ellos.

 

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Paseando por los laberintos de Caroline. by Clara López Cantos is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International License.
Acento Cultural, número 50, Abril 2020, ISSN: 2386-7213.

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