Hasta el pasado veintisiete de noviembre de dos mil quince Gloria Fuertes no contaba con una placa en el edificio que la vio nacer en la villa de Madrid. Lo digo con todas sus letras. El acto fue una iniciativa necesaria y estuvo incluido dentro del festival cultural Lavapiés Diverso al que acudimos una treintena de personas para rendirle homenaje cuando se cumplieron diecisiete años de su pérdida.  Una buena parte de las causas para su olvido institucional ha tenido algo que ver con que la escritora fuese mujer, lesbiana y zurda políticamente en la España del siglo XX de la que aún guardamos cierto tufillo.

Pese a todo, Gloria Fuertes fue un ser entrañable que todavía – y esperemos que durante mucho tiempo- alimenta de belleza las mentes de las personas más pequeñas y satisface el alma de quienes se dejan querer por la poesía. La niñera eterna también destaca por su lírica para adultos. En sus versos  para los que ya hemos superado la infancia nos ofrece una bella desnudez poética que contrasta con la imagen que guarda de ella el imaginario colectivo.

Además de poeta fue dramaturga, compositora de canciones y siempre educadora. De hecho, la primera vez que pisó la universidad fue para dar clases. Junto con unos recuerdos evocadores, sus distintas creaciones recolectaron múltiples premios en varios países.

Una muestra de su esbeltez con la tinta es este poema.

Isla ignorada.

Soy como esa isla que ignorada,
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de nada,
sola sólo.
Hay aves en mi isla relucientes,
y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente,
y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
y voces interiores
de volcanes dormidos.
Quizá haya algún tesoro
muy dentro de mi entraña.
¡Quién sabe si yo tengo
diamante en mi montaña,
o tan sólo un pequeño
pedazo de carbón!
Los árboles del bosque de mi isla,
sois vosotros mis versos.
¡Qué bien sonáis a veces
si el gran músico viento
os toca cuando viene el mar que me rodea!
A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo—.
Un nombre que me sube por el alma
y no quiere que llore mis secretos;
y soy tierra feliz que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo—.
Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro
sé todo, porque vino un mensajero
y me dejó una cruz para la vida

para la muerte me dejó un misterio.
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Más Gloria en su fundación, donde está disponible su lúcida autobiografía.       http://www.gloriafuertes.org/

Antonio Maldonado Muñoz.

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Acento cultural, número 19, febrero 2016, ISSN: 2386-7213

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